Sick Porky tiene 20 años en la escena. Ha grabado un buen puñado de discos y ha comenzado a girar con frecuencia por el interior y países limítrofes. Hace muy poco, un año, dieron a conocer Alucinatorio, un perfecto sucesor de Los Descarnados, álbum que los paró distinto y los hizo salir a la luz para más gente.
Como toda banda que lucha por emerger, los tiempos de sus seis integrantes se deben dividir entre trabajos, familias y, por qué no, otros proyectos paralelos que no sólo los cultivan individualmente, sino que también potencian la acción grupal cuando todas esas experiencias se vuelcan en la banda de toda la vida.
Sick Porky es una banda madura y que ha decidido perfeccionarse y disfrutar de ese perfeccionamiento. Y en esas dos búsquedas no sólo incluyen el hecho de grabar mejor, sino que también tratan con mucha dedicación el espacio donde van a recibir a su público para exhibir su material y destreza.
La noche-fría afuera-es en Lucille, un precioso lugar que tomó la posta del Velma Café de la calle Gorriti. La sala es mediana, un poco más chica que la de un Roxy Live, pero es perfecta. Y allí el sexteto más potente de la escena descarga toda su fuerza y épica en el escenario. La marcha del elefante, El barro mi enemigo, Ephemerol y hasta Ruedas de metal, de Riff, con Vitico en el escenario, son algunas de las joyas que regalan hasta el próximo encuentro. El show no tiene fisuras, es perfecto, lo que automáticamente deja hecha la invitación para un próximo encuentro.
Alejandro Panfil
Fotos: Andrés Carrizosa
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