Alguien dijo hoy que Omar Chabán era un empresario raro, un artista raro, una persona rara. Sí, era todo eso y también se le podría agregar la palabra ‘enigma’ a ese flaco con cara de loco que en la vereda nos vendía de su bolsillo alguna entrada para Attaque 77, Flema o algún Ramone solista, o que anunciaba un descuento de birra en el mismísimo instante en que la banda estaba saliendo al escenario de Cemento.
Desde Mariano Martínez hasta Leo de Cecco, desde Cristian Aldana a Walas, todos hablaron bien del ex dueño del local de Estados Unidos al 1200 incluso después de haber sido uno de los responsables de la tragedia de Cromañón, local que terminó siendo su última apuesta empresarial. Valoraron su aporte a la cultura, tal vez por dentro lamentando sus métodos.
Y sí, se lo puede recordar como alguien muy importante, de esos que hoy le hacen falta al rock, porque quien se considera inteligente también tiene la capacidad de separar los tantos.
Condenado a prisión e internado en el Santoyanni a causa del cancer, murió a los 62 años.
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